miércoles, 22 de septiembre de 2010


No entiendo los amores que no explotan desde el arranque.
Los halagos que circulan con retenciones.
Los besos que no son agudos y las caricias poco vigorosas.

No descifro las pasiones que no retumban desde el primer intento.
Los abrazos sedentarios y el contacto remoto.
El deseo y su movilidad sin urgencia.

No creo los afectos que se toman su tiempo.
Los aullidos afónicos y los roces enfundados.
Las ilusiones sin impaciencia.

No interpreto la adoración con fondo opaco.
Las ganas en una pierna.
La lujuria con bufanda y sobretodo.

No asimilo el querer con cadenas y cerrojos.
El apego desde la vereda de enfrente.
El ardor en cuenta gotas.

No siento el amor a fuego lento
que late respetando semáforos
y jamas sobrepasa la velocidad permitida.

Por eso me afilio a los amores
que se llevan por delante en una esquina
o se atropellan a la salida de un desengaño
y sin mediar palabras y con los ojos encendidos
se arrebatan a besos y se revuelcan a caricias.

Soy hincha de esos amores
de los abrazos morados y los arrumacos inflamados
los corazones perpetuos y la mirada aguerrida...

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